El verano de 2022 será recordado por muchas malas noticias, y sin duda, una de ellas será el gran desastre medioambiental ocurrido en España y en otros países europeos, como consecuencia del gran número de incendios y de hectáreas destruidas.
Si en una conversación en la calle, en un restaurante o en un mercado hablamos del los incendios, como así lo hemos hecho este reciente verano, y alguien afirmara que una parte importante del problema de los incendios en España está en el Coeficiente de Admisibilidad de Pastos (CAP) incluido en uno de los pilares de la PAC, un coeficiente que desde Bruselas se inventó hace unos años y que regula y define la superficie pastable, y por tanto la subvención que recibe el ganadero, probablemente nos miren de forma extraña y no entiendan nada, pero la realidad es que esa es una de las claves de este problema.
Y es que siempre podría parecer que los incendios o bien dependen de imprudencias o bien de personas con nulos prejuicios, donde si se dan los tres factores claves como ha ocurrido este verano en muchas ocasiones como son las elevadas temperaturas, baja humedad relativa y viento, la tormenta perfecta está servida.
Pero si profundizamos más, nos encontramos que hay factores estructurales además de estos coyunturales o más directamente relacionados con el incendio en sí.
Pese a que la normativa y legislación de la PAC es terriblemente farragosa y compleja, realmente no es tan difícil de entender si separamos el grano de la paja. Además, nos afecta de forma más directa o indirectamente y por su importancia y vinculación con los incendios, y relación con las razas autóctonas españolas y los sistemas de explotación extensivos, le vamos a dedicar unas reflexiones para intentar descifrar qué está pasando en muchas Comunidades Autónomas de nuestro país.
Para una persona ajena a las políticas medioambientales europeas a la PAC, o a la gestión agrícola y ganadera de nuestras zonas rurales, la respuesta fácil es que el cambio climático tiene la culpa de los incendios. La realidad, es que hay muchos factores que afectan a la proliferación de los incendios en España, y aunque el cambio climático es un aspecto que juega a favor de los incendios, no es el responsable directo de una buena parte de ellos..
Se puede afirmar que en muchas ocasiones el origen procede más de la problemática relacionada con la gestión de los montes y a su vez dicha gestión está condicionada en ocasiones por políticas procedentes de Bruselas, y una vez declarado el incendio, las circunstancias climáticas, unida a la gran cantidad de biomasa que es el combustible que se encuentra el incendio, son los factores que pueden provocar incendios tan graves como el ocurrió a finales de este verano en Bejís (Castellón).
Y es que en ocasiones se producen incoherencias peligrosas en las políticas medioambientales, unido a un desconocimiento de la realidad rural y agronómica de los diferentes sistemas pastoriles y forestales en España y a una falta de rigor en el establecimiento de indicadores que afectan a la recepción de ayudas, Todos estos factores no ayudan a que haya un interés común, por parte de los ganaderos por un lado, del medioambiente por otro, y de las diferentes Administraciones autonómicas que finalmente son las responsables de ejecutar y controlar en buena medida las políticas dictadas desde Bruselas.
Es verdad que no es fácil legislar y establecer políticas agroambientales en un continente con ecosistemas tan diferentes como tiene Europa, pero también es cierto que algunas de ellas están alejadas de la realidad y que no contribuyen precisamente al objetivo para el que se establecieron.
El papel de la ganadería extensiva en la prevención contraincendios
Aunque el término de ganadería extensiva no está perfectamente regulado ni establecido de forma clara en una Directiva ni Real Decreto alguno, todas las acepciones agronómicas apuntan que para considerarse extensiva debe utilizar con mayor o menor intensidad los recursos pastables de la zona donde se cría el ganado. Si bien la ganadería extensiva conlleva otras muchas connotaciones, desde luego el uso de alimentos de la propia explotación es una de las características más relevantes.
En el caso que nos ocupa que es España, y hablando del problema de los incendios, nos referimos básicamente de la ganadería ovina y caprina, el vacuno extensivo de carne y al cerdo ibérico. Estas especies tienen una relación directa sobre la problemática actual con los incendios y las políticas de la PAC en sus diferentes pilares o ejes estratégicos.
Este tipo de ganado, que suele producir además alimentos de un alto valor gastronómico, y que cada vez está más presente en los puntos de venta aunque desgraciadamente aún supone un porcentaje muy bajo del total de carne consumido en España, son los que desempeñan un papel clave desde el punto de vista medioambiental y en concreto de prevención de incendios, y que sin embargo no puede realizar la ganadería intensiva, y ni siquiera los agentes forestales ni las administraciones públicas al menos con tanta eficacia.
Muchas ganaderías extensivas utilizan estacionalmente pastos de montaña que, por ser leñosos,
tienen dificultades para ser reconocidos como superficies agrarias en la PAC. Imagen: Juan San Vicente.
Sirva como ejemplo las cabras adultas que se alimentan con 1,5 a 2,5 kg diarios de material vegetal seco, entre 350 y 1.500 g de hojas y brotes de matorrales, mientas que las ovejas en pastoreo pueden consumir de 2 a 3 kg de pasto, matorral y especies leñosas. Es la prevención más barata y además la más sostenible.
Otro ejemplo es la labor de desbroce de los ganaderos y de las vacas autóctonas que son auténticas brigadas contraincendios. Caso aparte es el del cerdo ibérico, integrado perfectamente con otras especies animales y vegetales en las dehesas del suroeste español, y que son un ejemplo único a nivel mundial de un ecosistema hecho por el hombre y donde hay beneficios por ambas partes.
Estas especies cuidan del monte y de los pastos, reduciendo la masa forestal, es decir, el combustible que puede arder en un incendio, mantienen los cortafuegos convenientemente, diseminan semillas contribuyendo a la biodiversidad, aprovechan recursos difícilmente aprovechable de otra forma del arbolado, matorral y suelo, y en definitiva suponen un elemento clave en el complejo equilibrio medioambiental de muchos ecosistemas españoles.
¿Qué tipo de subvención tiene el ganadero de sistemas extensivos en relación a los pastos?
Resumiendo se puede afirmar que desde el año 2005 la Unión Europea a través de sus políticas incluidas en la PAC subvenciona pastos libres de matorral y arbolado y penaliza desde el punto de vista de ayudas al ganadero, el poseer praderas con zonas leñosas, ya sean arbustivas o arbóreas.
En ese año los pagos directos de la PAC a los ganaderos se transformaron desde pagos por cabeza de ganado a pagos por hectárea de tierra.
Ejemplar de raza vianesa en Orense en zona de matorral y arbolado.Ejemplo de zona que probablemente quede fuera de la
acepción de pasto subvencionable, pese al aprovechamiento forrajero que realizan estas razas perfectamente adaptadas al medio.
Al diseñar los nuevos “pagos por superficie”, los funcionarios europeos establecieron que los pastos debían ser herbáceos, y que había que evitar que tuvieran demasiados árboles y arbustos. Como resultado de ello, se pusieron en marcha procesos administrativos para excluir amplias zonas de pastos leñosos de las ayudas de la PAC, con lo que se incentivaba a los ganaderos a quitar árboles y otra vegetación “no deseada”.
En la base de esta política, está ayudar al ganadero que utiliza los pastos para la producción y por el contrario entiende que aquellas superficies donde se desarrollan matorrales y arbolado, se entiende que existe un no aprovechamiento de pastos y un abandono y en cualquier caso no es una superficie aprovechable.
Por tanto, desde el punto de vista ideal a mayor superficie de pradera libre de prácticamente cualquier elemento, más sería el cobro de la ayuda.
Vaca nodriza de morucha en la dehesa charra, donde la presencia de encinas está más o menos presente y puede ser
un inconveniente por la aplicación del CAP, lo que puede conllevar a la no regeneración de nuevo arbolado.
La pesadilla para los ganaderos en extensivo: El Coeficiente de Admisibilidad de Pastos
Una de las ayudas directas que puede percibir el ganadero que tenga pastos en extensivo es pues la ayuda por superficie o por hectárea. El problema es que aquellas zonas con matorral y arbolado, que es muy abundante y necesaria en España para un adecuado mantenimiento de la ganadería y del propio ecosistema donde viven los animales, penalizan a través de un coeficiente, la superficie que realmente computa a efectos de ayuda.
Así, si el CAP por ejemplo es de 25%, porque hay mucha superficie arbolada o arbustiva, o el terreno tiene excesiva pendiente y otros aspectos basados en imágenes aéreas que llevan por otro lado una complejidad burocrática difícil de entender, lo que ocurre que de 4 hectáreas que tiene el ganadero, solo podrá recibir ayudas por una de ellas, cuando realmente se ocupa del mantenimiento y gestión de las cuatro.
La ecuación es sencilla: más hectáreas de pasto, más subvención. La PAC subvenciona superficie de pasto, y cuando se sobrepasa el número de arbolado o de matorral (no nos extenderemos en la legislación concreta), la superficie pasa a no ser computada a efectos de ayuda directa.
Cabras ramoneando.
Y es que hay formas de comprobar que un pasto se está utilizando y además no se está teniendo en cuenta que muchas de las especies arbustivas tienen un contenido alimenticio fundamental para el ganado y que sin ellas no se podría llevar a cabo el sistema extensivo.
Dicho de otra forma, no solo no se debería penalizar la presencia de estos sistemas mixtos o pastos leñosos sino que en línea con otras estrategias como la Red Natura 2000 y otras políticas de conservación y biodiversidad a nivel europeo, sino que se deberían bonificar ya que son la clave precisamente de estos ecosistemas como ocurre en el caso de la dehesa de encinas y alcornoques, o de robledales o fresnos en amplias zonas de España.
En Europa parecen no entender, al menos por las normativas que se vienen adoptando, qué es una dehesa y que bajo determinadas especies forestales podemos y debemos aprovechar el pasto porque animales y terreno dependen uno del otro y generan beneficio por ambas partes.
Los responsables del diseño y gestión de la PAC en la Comisión Europea consideran que los árboles y arbustos son un síntoma de abandono de los pastos, o de un manejo agrario no suficientemente productivo, lo que complica que los pastos leñosos no reciban ayudas directas de la PAC, condenándolos poco a poco a su desaparición con las nocivas consecuencias para el mantenimiento del monte, prevención de incendios y biodiversidad.
Apostar por el consumo de carne y leche de ganadería extensiva contribuye a evitar incendios
Llegamos a este punto, es fácil darse cuenta que donde el bosque gana espacio porque la ganadería ha desaparecido, hay más probabilidades de que haya un incendio.
De hecho, las razas autóctonas, al estar adaptadas al medio y ser capaces de aprovechar recursos donde no puede hacerlo la máquina pesada, hacen que haya menos biomasa fácilmente inflamable y que además resulta más inaccesible al ser humano.
Incendio en Bejís (Castellón, agosto 2022)
Es pon tanto una labor impagable y por la que se debería reconocer aún más la labor de los ganaderos, porque cuando hay un incendio todo el carbono que está almacenando en el suelo se libera a la atmósfera.
Entre los beneficios que subyacen en esta red de pasto-cortafuegos, además de la función preventiva, destacan mejoras ambientales como una más eficaz dispersión de semillas y la reducción de la erosión y desestimación del suelo y, por otro lado, se reconoce la importancia del pastor, contribuye al desarrollo rural sostenible y a la fijación de población rural.
La gran paradoja de las “ayudas”
El vocabulario y el nombre que damos a las palabras puede ser perverso, y es que en nuestra opinión, ya empezamos de raíz a utilizar mal las palabras cuando se habla de “ayudas” y subvenciones a los ganaderos. Para un ajeno a este sector, pareciera que estamos ayudando permanentemente a un sector poco productivo como es el ganadero y más en concreto al ganadero de extensivo, por tener vacas, por tener pastos, por cebarlos o por tener razas autóctonas en peligro de extinción.
Y es que la realidad es toda la contraria. Son ellos, los que ayudan al resto de la sociedad a mantener nuestros ecosistemas entre otras cuestiones, y este fondo económico no hace sino pagar, y normalmente mucho menos de lo que se debería, por un derecho que tienen. Un derecho por cuidar de nuestro medio, de nuestras dehesas, praderías y montes, sin hablar del cuidado de nuestras razas autóctonas y por supuesto de producir alimentos de primera necesidad de gran calidad.
Desde Raza Nostra, donde llevamos apostando 20 años por este tipo de sistemas ganaderos, siempre nos ha producido admiración estos ganaderos, por la paciencia, perseverancia y profesionalidad , que resisten al paso del tiempo a pesar de las dificultades, la burocracia para recibir sus “ayudas” para llegar a la conclusión de que solo con la pasión y la creencia de que hacen lo correcto, pueden seguir generación tras generación.
Pero quizás sea el momento de alzar más la voz, y para que ellos, que son los que realmente conocen más el medio, estén más presentes y se les escuche cuando se legisla a veces de forma arbitraria, como por ejemplo cuando se dice que una superficie de más de 100 árboles por hectárea y a no tiene la consideración de pasto subvencionable. Estas decisiones que no tienen rigor científico alguno ni agronómico, no se pueden pasar por alto ya que tienen un efecto directo sobre la rentabilidad de las explotaciones ganaderas, y en este sentido, las Administraciones de los diferentes Estados miembros deben hacer un esfuerzo adicional para tener en cuenta las diferencias agronómicas de los distintos países, si no queremos que en unos años, la superficie abandonada y calcinada sea insoportable e irrecuperable en el corto y medio plazo.
Resumen y conclusiones
Hemos visto por tanto, como un aparentemente inocente coeficiente como es el CAP, tiene un efecto directo sobre los ingresos de muchos ganaderos que de una forma impagable se dedican a cuidar de nuestros pastos, montes y zonas rurales.
A pesar de que diferentes países de la Unión Europea están aplicando la normativa en cuanto al CAP de forma diferente y se utilizan resquicios para maximizar la superficie subvencionable, se están produciendo devoluciones de las ayudas por no poder justificar mucha superficie como pastable y lo que es más grave, de alguna forma motiva al ganadero, o bien al abandono de esas zonas, bien a otras prácticas como la quema del matorral muy peligrosas, además de una gran pérdida de tiempo en trámites burocráticos para justificar que se está utilizando el pasto.
Pero si vamos un poco más atrás en la raíz del problema, y para tener un análisis aún más amplio de la problemática de la ganadería en España y en concreto de la ganadería extensiva, hemos de pensar que estas políticas de la PAC que muchas veces es verdad que son adecuadas y van en la buena dirección, tanto del mantenimiento de la biodiversidad como de la rentabilidad de las explotaciones, otras ocasiones tienen un efecto perverso que se añaden a un problema de fondo que no es otro que los bajos precios que percibe el ganadero por su trabajo.
En una economía globalizada como la nuestra, que se caracteriza por una concentración de la oferta en unos pocos grandes grupos de distribución (la demanda) y por otro lado en muchos pequeños productores (la oferta), se produce un embudo, donde siempre pierde el pequeño. Este tema que nos dará para otra newsletter en el futuro, es cada vez más acuciante, y aunque hay iniciativas de comercio justo, canales cortos y cooperativas que comercializan, productos agrícolas y ganaderos, la realidad es que no son fáciles de implementar y rentabilizar.
Esta presión hacia abajo de los precios, estresa la cuenta de resultados de un sector que lleva muchos años soportando esta situación, y por eso, medidas como la implantación del CAP, pueden ser la gota que colma el vaso y que pueden originar efectos que probablemente no se tuvieron en cuenta cuando se legislaron.
En cualquier caso, sirva este artículo para aclarar algo más de lo que hay detrás de la problemática de los incendios en España y ojalá, se legisle en el futuro para resolver estas incoherencias porque todos seremos beneficiados, y dicho sea de paso, dejemos además de criminalizar un sector como es el cárnico que en el caso del modelo en extensivo no solo no favorecen el cambio climático sino que lo neutraliza en mayor o menor medida.